Amman, capital de Jordania, es una ciudad fascinante llena de contrastes, una mezcla única de lo antiguo con lo moderno, situada estratégicamente en un área de colinas, entre el desierto y el fértil valle del Jordán.
El Templo de Hércules.
En el centro comercial de la ciudad, se codean edificios ultramodernos, hoteles, modernos restaurantes, galerías de arte y boutiques con cafeterías tradicionales y talleres de artesanía. Cualquier rincón evidencia el pasado antiguo de la ciudad.
Debido a la prosperidad de la que disfruta la ciudad en nuestros días y a su clima templado, casi la mitad de la población de Jordania está concentrada en el área de Amman. Los barrios residenciales consisten principalmente en calles y avenidas perfectamente alineadas y flanqueadas por elegantes casas blancas, ya que una ley municipal establece el uso de la piedra local en la fachada de las casas.
Muchos taxis en Amman no disponen de taxímetro y la tarifa se suele negociar con el taxista a la llegada al lugar de destino. Muchos taxistas no suelen llevar mucho cambio así que se aconseja llevar billetes pequeños y monedas para viajar en taxi.
El centro es mucho más antiguo y más tradicional. Ahí encontrará negocios más pequeños que producen y venden casi de todo, desde artículos de joyería hasta utensilios del hogar.
Los habitantes de Amman son multiculturales, educados, hospitalarios y conforman una sociedad muy variada. Dan la bienvenida a los visitantes y muestran orgullosos su fascinante y vibrante ciudad.
El trayecto hacia el sur desde Aman por el Camino de los Reyes, de 5.000 años de antigüedad, es el viaje más memorable de la Tierra Santa, pues pasa por numerosos lugares históricos. La primera ciudad que encontramos es Mádaba, “la ciudad de los mosaicos». En la ciudad, más conocida por sus espectaculares mosaicos bizantinos y omeyas, se encuentra el famoso mapa de mosaico de Jerusalén y Tierra Santa, del siglo VI. Formado por dos millones de piezas hechas con piedra local, el mapa muestra colinas y valles, pueblos y ciudades hasta el delta del Nilo. Otras obras maestras en mosaico de la iglesia de la virgen y los apóstoles, y del Museo arqueológico muestran una gran profusión de flores y plantas; aves y peces; animales y bestias exóticas sin olvidar las escenas mitológicas y las escenas de caza, pesca y agricultura de la vida diaria. Existen literalmente cientos de mosaicos distintos de los siglos del V al VII, repartidos por todas las iglesias y edificios de Mádaba.
La antigua ciudad de Petra es uno de los tesoros nacionales de Jordania y, con diferencia, la atracción turística más conocida del país. Situada aproximadamente a tres horas al sur de Aman, Petra es el legado del pueblo nabateo, un pueblo árabe trabajador que se estableció en el sur de Jordania hace más de 2.000 años. Admirada por su refinada cultura, su impresionante arquitectura y sus complejos e ingeniosos diques y canales de agua, Petra es, en la actualidad, una ciudad declarada por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad, siendo un lugar que hechiza a visitantes procedentes de todos los lugares del mundo. Gran parte del atractivo de Petra se debe a su entorno espectacular en las profundidades de una estrecha garganta del desierto. Se accede al sitio atravesando a pie una sima (o Siq) de 1 kilómetro de largo, cuyas paredes se elevan 200 metros hacia el cielo. El monumento más famoso de Petra es el Tesoro, que aparece imponente al final del Siq. Utilizado en la secuencia final de la película “Indiana Jones y la última cruzada”, la altísima fachada del Tesoro es sólo una de las maravillas arqueológicas que se pueden admirar en Petra. En sus diversos caminos y rutas de escalada aguardan cientos de edificios, tumbas, baños, salones funerarios, templos, entradas arqueadas, calles con columnas y evocadoras pinturas en la roca, sin olvidar el teatro al aire libre con 3.000 asientos y un gigantesco monasterio del siglo I. Un sultán mameluco construyó en el siglo XIII un modesto santuario para conmemorar la muerte de Aarón, hermano de Moisés, sobre el monte Aarón, en la zona del Sharah.
La antigua ciudad de Jerash, que rivaliza con Petra en la lista de los destinos favoritos de Jordania, siempre ha estado ocupada por asentamientos humanos, desde hace más de 6.500 años. La ciudad vivió su época dorada durante el dominio romano y hoy en día se considera una de las ciudades romanas mejor conservadas de todo el mundo. Oculta durante siglos en la arena antes de las excavaciones y restauraciones llevadas a cabo durante los últimos 70 años, Jerash es un ejemplo perfecto del espléndido urbanismo formal de las provincias romanas que se puede admirar en todo Oriente Próximo: calles pavimentadas y flanqueadas por columnas, templos en las cumbres de las montañas, teatros impresionantes, plazas públicas espaciosas, baños, fuentes y murallas salpicadas de torres y puertas. Tras esa apariencia grecorromana, Jerash también conserva una sutil mezcla de oriente y occidente. Su arquitectura, religión e idiomas reflejan un proceso mediante el cual dos potentes culturas se mezclaron y convivieron: el mundo grecorromano de la cuenca del Mediterráneo y las antiguas tradiciones del oriente árabe.
Famosa por sus arrecifes de coral y por su fauna marina única, esta ciudad portuaria del Mar Rojo fue, en la antigüedad, el puerto principal de las rutas que se dirigían hacia el Lejano Oriente desde el Mar Rojo. El fuerte mameluco, uno de los principales enclaves históricos de Aqaba, fue reconstruido por los mamelucos en el siglo XVI. De forma cuadrada y flanqueado por torres semicirculares, el fuerte está marcado con diversas inscripciones del último período de la dinastía islámica. Las excavaciones que actualmente se llevan a cabo en el antiguo sitio del poblado islámico de Ayla, del siglo VII, con sus dos calles principales que convergen en el centro, ya han revelado una puerta y una muralla con dos torres, edificios y una mezquita. Su museo alberga una colección de piezas recopiladas por toda la región, incluyendo cerámica y monedas. Aqaba también acoge la casa de Sharif Hussein Bin Ali, el bisabuelo del Rey Abdullah II. Otros lugares de interés incluyen un edificio de ladrillos de adobe, que podría ser la iglesia más antigua de la región.
A poca distancia de Aqaba, Wadi Rum es una experiencia verdaderamente única y emocionante. Los visitantes quedarán admirados con el paisaje, entre formidables acantilados, cañones y aparentemente interminables arenas de tonos naranja, que surge a medida que uno se adentra en el desierto en camello, caballo o en vehículos 4×4 conducidos por beduinos locales. Del visitante depende, por lo tanto, explorar y descubrir los secretos de Wadi Rum recorriendo el desierto y las montañas. La escalada es una actividad muy popular en la zona. Personas de todo el mundo acuden a explorar las complicadas cumbres de Wadi Rum. Muchos comparan estas rutas con las que se encuentran en los Dolomitas.
Aunque merece una excursión de un día desde Aqaba o Petra, Wadi Rum se aprovecha más si dedica una noche o dos para acampar bajo las estrellas y disfrutar del silencio del desierto lejos del estrés de la vida diaria.
Jordania es un país moderno con una cultura antigua, una tierra que el visitante podrá recorrer por los valles, colinas y planicies cuyos nombres se han convertido en parte de la historia de la humanidad gracias a las sencillas hazañas y profundos mensajes de los profetas que pisaron esta tierra y cruzaron sus ríos en vida.
Muchos de los lugares donde se dice que los profetas realizaron sus milagros y tendieron la mano a la gente corriente, están perfectamente identificados, han sido excavados y protegidos, y, además, son de fácil acceso para los visitantes.
Jordania es el destino ideal para aquellas personas que buscan cultura y enriquecimiento personal. Jordania valora la diversidad étnica y religiosa de su población y, por lo tanto garantiza el derecho a la cultura y la educación de todos sus ciudadanos. Este espíritu de tolerancia y reconocimiento es uno de los elementos que más ha contribuido al clima de estabilidad y paz de Jordania. Más del 92% de los jordanos son musulmanes sunís y aproximadamente el 6% son cristianos. La mayoría de los cristianos pertenecen a la Iglesia ortodoxa griega, pero también hay católicos griegos, una pequeña comunidad de católicos romanos, ortodoxos sirios, ortodoxos coptos, ortodoxos armenios y algunas denominaciones protestantes. En Jordania, se pueden encontrar algunas pequeñas poblaciones de shi’a y del druze.
La mezquita de Mazar.
Como Jordania es un país islámico, se pueden conocer los principios del Islam interactuando directamente con los fieles de esta religión monoteísta. Como piedra angular de una larga tradición que empieza con el Judaísmo y el Cristianismo, los musulmanes creen que el Islam completa la revelación del mensaje de Dios a la Humanidad. El Islam (que, en árabe, significa «sumisión») es una reafirmación de la unidad, totalidad y soberanía de Dios. Los musulmanes creen que Dios, o Allah, como se le llama en árabe, reveló su mensaje final a la Humanidad por boca del Profeta Mahoma (la paz sea con él) y a través del Corán, que es la palabra divina e inmutable de Dios. El Islam se centra en gran medida en la igualdad de todos los seres humanos ante el único y verdadero Dios y, por lo tanto, es en muchos aspectos una vuelta a la doctrina original del monoteísmo puro que caracterizó a la antigua tradición judeo-cristiana.
La tradición islámica cristalizó en cuatro prácticas o «pilares» fundamentales, que son tan importantes como la fe en su papel de definir la identidad islámica y de fortalecer el lazo común que une a los musulmanes. Estos pilares son la confesión de la fe, el rezo diario (cinco veces al día en dirección a la ciudad sagrada de La Meca), ayunar durante el mes sagrado del Ramadán, dar limosna y peregrinar a La Meca.
Una visita a Jordania no se considera completa sin una introducción a su rico legado de artesanía antigua. La artesanía tradicional de Jordania se ha transmitido de generación en generación desde los tiempos en que todos los jordanos cubrían sus necesidades domésticas tejiendo sus propias alfombras y fabricando sus recipientes y utensilios de barro cocido. Una impresionante mezcla de imaginería árabe e islámica se refleja en la artesanía jordana, que incluye hermosas piezas de cristal hecho a mano, prácticas vasijas de barro cocido, cestos y alfombras tejidos a mano y exquisitos bordados. Entre los productos artesanos que se producen a menor escala se cuentan botellas de arena teñida, esculturas elegantemente talladas y joyas de plata artesanales únicas. En el último siglo, la artesanía jordana ha aprovechado las influencias de otras tradiciones populares.
Combina, en formas sencillas pero muy sabrosas, las materias primas habituales del país. Degustar alguno de sus platos típicos supone entrar en una nueva dimensión de sabores muy diferentes a los occidentales. Tiene una serie de platos típicos que combinan legumbres, verdura, fruta y carne. Dentro de las limitaciones comunes del Islam, la cocina de este país disfruta de una amplia variedad de productos. Comer bien es una parte importante de la cultura jordana; tras la comida, se impone una sobremesa con ricos postres y algunos zumos de frutas.
Los platos nacionales jordanos no se diferencian demasiado de los de países de su entorno, como Siria o Líbano. Sin embargo, cada uno de ellos se prepara de una forma diferente, lo que les otorga un toque especial. Eso sí, hay que tener en cuenta las limitaciones religiosas: nada de alcohol en las comidas, ni carne de cerdo (de hecho, los platos con carne sólo son de pollo o cordero). Además, para disfrutar de esta gastronomía ya no es necesario desplazarse hasta un restaurante de Amman; cualquier ciudad de cierto tamaño tiene un restaurante jordano.
«LEBAN»: Yogur típico de Jordania. Se sirve solo o bien acompañando otros platos.
«FAROOJ». La oferta de carne en la gastronomía jordana no es demasiado amplia: o pollo o cordero. El «Farooj» es una forma de preparar el primero.
«SAYADIYA». Si bien el pescado no es el elemento principal de la gastronomía de este país, tampoco faltan platos basados en él. Este plato lo sirve acompañado con limón.
«SHAWARMA». Es un tipo de sándwich de pollo acompañado de tomate y lechuga. Por supuesto, el pan del sándwich es árabe.
Entre en una nueva dimensión de sabores muy diferentes a los occidentales con la gastronomía jordana.
Sish Kebab: Variedad jordana del tradicional «kebab» árabe, sigue la forma tradicional de preparación. Se trata, por tanto, de trozos de cordero asado al carbón, que se ensartan en un palo para ser servidos al público. Van acompañados de cebolla y tomate.
Mansaf: Plato de arroz con trozos de cordero guisado en su propio jugo. Lo más normal es que todo vaya recubierto de una capa de yogur caliente.
Muskan: Carne de pollo con cebollas, aceite de oliva, piñones y algunas especias, todo ello horneado en pan árabe.
Maglouba: Guisado de carne (a veces también de pescado) que suele ser acompañado de arroz.